miércoles, 18 de noviembre de 2009

Gilberto Merchán y la Invención de lo Real por Eloy Reverón


Desde América Latina surge la esperanza en la renovación del proceso de creación del mundo, ante el fracaso de la postmodernidad en su intento fallido por preservar la hegemonía de una cultura decadente, derrumbada en sus fundamentos teológicos, éticos y filosóficos. En tal sentido Gilberto Merchán (Merchán:2006) revela la profunda crisis de la civilización postmoderna, de su aparato ideológico, científico, técnico y brutal que había servido para justificar los designios de una potestad concebida como divina y omnipotente para hacer prevalecer una conciencia que se resigne a la realidad de la opresión, y aún celebrarla.
La crisis espiritual de occidente se presenta en la toma de conciencia de las disipadas fuentes de lo moderno. Ubica, en primer lugar, al abandono mediante el progresivo descuido de la preocupación por el conocimiento del ser y su universalidad, pero que desde la perspectiva de nuestra vida americana, de lo mestizo y de lo indio para la restauración de un lenguaje ecuménico.
De esa división de lo humano desprendido de la ruptura de la universalidad del ser se deriva como la separación del alma europea del cuerpo no europeo. Seguidamente advierte sobre la idea maniquea de que se puede crear la ilusión de la realidad. Objeción de una industria cultural alimentada por la ostensible decadencia de los hechos empíricos.
Continúa acusando la ruptura del flujo oral y la consecuente primacía del texto escrito, para la disminución de los poderes intelectivos y superiores de data más antigua en la condición humana, la facultad de poetizar; donde modos de conocimiento como el arte, los mitos y la fe, se vieron disminuidos durante la modernidad. Sin omitir que tanto la adoración como la repugnancia de la razón analítica y empírica, son dos caras de una misma moneda de endiosamiento de las formas.
Asume el reto latinoamericano de hacernos concientes de la situación privilegiada para encarar la disolución del mundo moderno, pero enfrentando la creación de un mundo restaurado en el reconocimiento del ser universal y la glorificación de la unidad de la estirpe humana en la multiplicidad de sus lenguajes.
Todo aquello que la realidad del oprimido no puede cambiar, al menos que lo haga en las audaces líneas de la creación artística, está presente en la ilusión temporal que está en constante disolución. Una realidad del poder contra una realidad del oprimido que cuenta con los buenos oficios de una corte de opinadores que arreglan todo para que a nadie se le ocurra poner en evidencia, que El Rey está desnudo.
En La invención de lo real, (2003) Caracas, Fondo Editorial IPASME, Gilberto Merchán parte de la disolución de lo real, destacando la eventualidad de tiempos y actualidades para luego emerger dentro de la verdad y la creación partiendo desde la reflexión a cerca del maniqueísmo con ejemplo notable para ilustrar las vicisitudes del arte de narrar en la afirmación de que todo es literatura, confrontando al lector entre el narrador y lo real cuando el arte se asume como una creación y no como un reflejo, porque la realidad creada llega a ser más perdurable e intensa que aquélla que le sirve de base.
Revisa la habilidad de nuestro tiempo en la cuestión del original y de la copia en el tema del espectáculo y, cómo con arte se nos engaña porque todos precisamos de representaciones en las cuales confiar porque, somos iguales ante la muerte, pero también ante la necesidad de representación y de fe en la realidad.
La última parte revela desde los arcanos de la estatización de la vida, entre pequeñas narrativas y la frivolidad del poder hasta el postmo académico donde lo más relevante resulta la manipulación de los medios internacionales para aterrorizarnos como rehenes de una sociedad al servicio del consumo. Es, este singular discurso de Merchán que os incito a leer, el nos da un aliento para reemprender con más bríos, la reflexión y la acción revolucionaria, que desde el corte del cordón umbilical con la filosofía europea que iniciara Enrique Dussel, nos otorga el derecho a pensar que sí hay una nueva forma de “inventar”, una realidad liberadora que nos permita no perecer como nos lo advirtió nuestro ilustre maestro, Don Simón Rodríguez.